Finalizaba el año 2015, me encontraba feliz de terminar un año más en mi trabajo, junto a niños, niñas y jóvenes cuyas vidas fueron cambiando con cada nota musical, con cada concierto, con cada abrazo entre amigos; un maravilloso programa, la Red de Escuelas de
Música de Medellín, pensar que cada año asisten a sus escuelas más de 4.500 estudiantes,
buscando una perspectiva diferente del mundo que los rodea. Ese año el programa cumplía 20 años, y yo unos tantos más; me preguntaba ¿qué sucedería si un programa como este pudiese llegar a más niños y jóvenes de nuestro país? Era hora de tomar lápiz, sacar un par de hojas recicladas de algún cuaderno pentagramado e iniciar a escribir, de esta experiencia salieron diversas ideas; una vez las tuve un poco redondeadas conversé con la Bióloga Mayra Galindo, esa ayuda que la vida te envía para aterrizarte un poco y decirte que lo vas a lograr, ahí estaba, cuando le conté, además de la emoción, surgieron varias preguntas, cuál sería el programa, la intensidad horaria, las edades de los chicos al ingresar, etc. Pero sobre todo en ese instante había una pregunta crucial, ¿cómo financiaremos esta idea?, hora de hacer cuentas. Los profesores para un programa que quiere llegar a la población más vulnerable requieren de un perfil y una preparación no solo en lo musical, sino también, en lo humano, y estos mi estimado lector, debe ser bien pagos, llevarlos a las ciudades del caribe colombiano o incluso contratarlos solo para este fin era muy costoso para una fundación naciente.

Entonces pensado en las nuevas tecnologías decidimos iniciar nuestra Red, como un
programa que integrara los componentes formativos y la virtualidad, sin dejar lo presencial
a un lado, ahora es momento de escribir que siempre hay una forma de dar la vuelta a una
idea, nuestra Red de Escuelas de Música del Caribe es una realidad y la vamos
construyendo entre todos.